Según los datos de la OCU, los consumidores cada vez están más concienciados con los criterios de ética y sostenibilidad a la hora de realizar compras. Una afirmación sustentada con datos: el 70% prefiere bienes y servicios más «verdes». Este nivel de conciencia en la población ha hecho que, entre muchas empresas, prolifere el denominado Greenwashing. ¿Qué significa este término? En pocas palabras hace referencia al blanqueo ecológico, que no es otra cosa que presumir públicamente de actividades sostenibles que realmente no lo son.
Greenwashing: en el punto de mira
Tal y como explican en este reportaje, el activista e investigador Jay Westerveld fue el primero que sacó a la luz el blanqueamiento de las políticas verdes. Un lavado de imagen en el que caen aquellas empresas que no hacen exactamente lo que promulgan. El tema no es baladí, y así lo demuestra el hecho de que haya sido la propia Comisión Europea la que se ponga manos a la obra para legislar en este terreno a nivel comunitario. El porcentaje parece exigirlo: calculan que un 42% de las compañías cae en esta práctica.
¿Y cuál es el objetivo de transmitir estos mensajes confusos? Básicamente, tal y como confirman los expertos en la materia, destacar sobre la competencia, conscientes -tal y como hemos dicho al principio- de que el consumidor premia a las empresas, marcas y productos que muestran mayor respecto por el planeta. Una vez más, los datos lo corroboran: en el terreno del packaging, por ejemplo, las cifras que manejamos desde Hinojosa aseguran que el 50% de los ciudadanos pagaría más por un envase reciclable.
La Nueva Agenda del Consumidor
Dejando a un lado posibles ejemplos, lo importante es que la mencionada Comisión Europea, el Parlamento y los diferentes gobiernos de la UE han decidido que el blanqueamiento medioambiental se debe terminar. A finales de 2019 ya se puso la primera piedra con los primeros acuerdos al respecto, pactando una serie de requisitos para que una actividad pudiera ser considerada realmente como sostenible y contribuya sustancialmente a la consecución de estos seis objetivos:
- Mitigación del cambio climático
- Adaptación al cambio climático
- Uso sostenible y la protección del agua y los recursos marinos
- Transición hacia una economía circular
- Prevención y control de la contaminación
- Protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas
Más recientemente, se ha publicado la Nueva Agenda del Consumidor en la que figuran cinco ámbitos clave para protegerlos y empoderarlos. Ya en el punto número 1, enlazamos aquí la agenda completa, se da un nuevo paso hacia la erradicación del Greenwashing tomando las medidas oportunas para proteger frente «a determinadas prácticas, tales como el blanqueo ecológico o la obsolescencia temprana, y garantía de su acceso a información fidedigna».
De hecho, se apostará por mejorar la información medioambiental que se emite, haciendo hincapié en su durabilidad o reparabilidad, y se fomentarán «los compromisos de las empresas con acciones de consumo sostenible, más allá de las obligaciones legales».
¿Y se puede terminar con este problema? Es posible, pero no sencillo. La legislación comienza a ser clara al respecto y este es el primer paso definitivo. Por otro lado, los consumidores también tienen herramientas para evitar caer en la trampa: las etiquetas de los productos contienen información muy valiosa al respecto, mientras que la inserción de determinados sellos y certificaciones también corrobora la cantidad de porcentaje verde que tienen. En el caso del papel y el cartón, por ejemplo, el certificado FSC siempre es una buena señal, tal y como te contamos aquí.