La nanociencia trabaja a una escala tan reducida que parece increíble que existan unidades tan diminutas. La nanociencia trabaja a una escala tan reducida que parece increíble que existan unidades tan diminutas. El nanómetro es la millonésima parte de un milímetro o dicho de otro modo es un millón de veces más pequeño que la cabeza de un alfiler. Las aplicaciones de la nanotecnología, el área de la ciencia que manipula la materia a esa escala nanométrica, son infinitas.
Desde medicina, medio ambiente a energía, electrónica, pasando por textil o cosmética. Sin olvidarnos de la industria agroalimentaria, uno de los campos de acción de la nanotecnología más trabajado.
Detrás de esta investigación hay una motivación: la seguridad alimentaria. Los consumidores somos cada vez más exigentes. Buscamos alimentos saludables con sus propiedades nutricionales intactas. Y ahí entran muchos factores en juego: el envasado inteligente, los nanoalimentos funcionales, la mejora de los procesos alimentarios o la seguridad alimentaria a través de biosensores.
Esta investigación científica permite incorporar nanopartículas a los envases de alimentos para garantizar su conservación. Ayudan a mantener las propiedades de los alimentos frescos y retrasan su maduración. Existen también otras líneas de investigación que trabajan con sensores que detectan la contaminación bacteriana y con nanomateriales incorporados que cambian sus propiedades si las condiciones de humedad o de temperatura no son las adecuadas.
La nanotecnología: nuevos productos
Así, surgen los nanoingredientes funcionales que se incorporan a los alimentos para mejorar sus propiedades. La nanotecnología permite cosas tan sorprendentes como reducir el contenido graso de los productos; evitar un deterioro biológico, o proteger los ingredientes químicos como los antioxidantes.
Según la Nanotechnology Products Database (NPD), los productos de nanotecnología se usan ya en una amplia gama de aplicaciones industriales y dan el dato de 7.286 productos nano, 1.438 compañías y 52 países.
En España, hay centros de investigación punteros que llevan a cabo proyectos con empresas de distintos sectores para buscar soluciones. Tanto es así que existe una Red Española de Nanotecnología llamada ‘NanoSpain’ que promueve el intercambio de conocimiento entre universidades o institutos de investigación y las empresas.
Aunque la nanotecnología está ampliamente desarrollada dentro de los laboratorios de investigación, falta todavía que dé el salto a la industria, es decir transferir ese conocimiento a las cadenas de producción, algo que sin duda llegará a lo largo de este siglo XXI. La nanociencia en los procesos de fabricación aportará múltiples beneficios. Algunos ya los podemos intuir, mientras que otros todavía no los imaginamos.