Frente al modelo de organización convencional, que ha imperado en el ámbito empresarial durante décadas, las empresas humanas cobran fuerza.
Frente al modelo de organización convencional, que ha imperado en el ámbito empresarial durante décadas, las empresas humanas cobran fuerza.
Son aquellas que actúan en beneficio de la sociedad y de sus empleados, desarrollan prácticas sostenibles, protegen los recursos naturales y se guían por valores honestos.
Aunque la creación de valor sigue siendo fundamental para la supervivencia, las compañías comienzan a desarrollar prácticas basadas en una actitud comprometida, adquiriendo el título de “empresas humanas”.
Las empresas son motores del desarrollo económico y, como tal, han de cumplir un papel consecuente con nuestra sociedad. Esta responsabilidad conlleva una obligación moral para cualquier compañía, que debería desempeñar su función social siguiendo una serie de aspectos: ser consecuente con los espacios en los que se desarrolla, fomentar un uso sostenible de sus recursos y humanizar sus espacios de trabajo.
Este modelo sostiene que una empresa que se centre en su función social no limitará sus ganancias. La sostenibilidad ha de estar implícita en la forma de trabajar de una compañía, por lo que se convierte en una manera de actuar más que en un objetivo empresarial. Las empresas sostenibles son aquellas que consiguen al mismo tiempo una rentabilidad económica, participar en el sistema productivo y conseguir beneficios para el medio ambiente.
La visión de una empresa no tendrá éxito funcionando solo como marca. Es necesario implicar a los empleados para que todos se unan por un mismo objetivo. De esta forma, la empresa no solo debe satisfacer a sus inversores y consumidores, también a sus trabajadores. La empresa humana individualiza a sus trabajadores para que consigan aprovechar su máximo potencial y les ayuda en sus dificultades con flexibilidad y trato cercano.
Este modelo empresarial tiene también en cuenta su huella ambiental, esto es el impacto en el medio ambiente generado por una compañía. Las empresas han de desarrollar productos que sean eficientes, reduzcan el consumo energético y el gasto de agua. Una forma de conseguirlo es mediante las inversiones socialmente responsables, dado que las organizaciones donde invierta una compañía serán el mejor reflejo de los valores por los que se guía. De esta forma, las compañías humanas trabajan con proveedores que protegen el medio ambiente, desarrollan prácticas honestas y hacen buen uso de sus recursos.
Las empresas sostenibles mejoran su reputación, ahorran costes, obtienen beneficios fiscales y concursos públicos y mejoran la productividad al configurar un buen clima laboral. Además, no importa el tamaño de la empresa, puesto que cualquier compañía puede mejorar sus prácticas y desarrollar proyectos para reducir el impacto ambiental de sus productos o servicios. De esta forma, las empresas humanas mejoran sus resultados al mismo tiempo que cumplen con su función social, siendo responsables tanto con el contexto en el que se desarrollan como con sus empleados.