La imagen de largas filas esperando en el supermercado para poder pagar la compra es habitual en nuestro país. La imagen de largas filas esperando en el supermercado para poder pagar la compra es habitual en nuestro país. Los españoles permanecemos fieles a las tradiciones y seguimos acudiendo en masa a los establecimientos aunque se hayan desarrollado alternativas más ventajosas.
La venta de alimentación en Internet permite al usuario hacer la compra sin moverse de casa, pero es uno de los aspectos del comercio electrónico menos utilizado en nuestro país.
Según un artículo de Expansión, el negocio online representa entre el 1% y el 2% de las ventas totales de los grupos de distribución en nuestro país. Varias razones explican este porcentaje tan pequeño: las incomodidades a la hora de seleccionar los artículos, los gastos de entrega o las reticencias para comprar productos frescos. Pero la principal razón sigue estando en no poder ver ni tocar el artículo para comprobar su buen estado.
Sin embargo, esta intangibilidad de los productos no ha hecho mella en Reino Unido, donde el 8% de las compras online de alimentos se realizan desde un ordenador o móvil (Expansión, 2017). Mientras tanto, la mayor parte de los usuarios españoles que compra por internet lo hace una vez al mes, a través de un ordenador y con un ticket medio de 81 euros. Unas cifras lejanas de nuestros vecinos europeos que, sin embargo, solo necesitan tiempo para verse incrementadas.
Los análisis apuntan a que las ventas crecerán con el tiempo. Muchos de los objetos que compramos hoy por Internet eran impensables hace años y la alimentación es tan solo un paso más en la pirámide que no tardará en producirse.
Pero el cambio no se gestará solo en el pensamiento del consumidor, sino que se verá favorecido por la entrada de actores en el sector de alimentación, como ya fue el caso de Amazon en septiembre de 2015. Para solventar las reticencias, los supermercados aportan medidas que tratan de ganar la confianza de los consumidores: devoluciones si los productos no son frescos, posibilidad de seleccionar la fecha de caducidad más larga posible o flexibilidad en las opciones de entrega.
Muchas de las medidas comienzan a tener éxito, pero el crecimiento del comercio online sigue obstaculizado por la reticencia a comprar productos frescos. Las bebidas y los productos no perecederos dominan las compras, mientras que la fruta, la verdura y el pescado son alimentos que los usuarios prefieren comprar en tiendas físicas. Según el estudio anual de Asedas sobre comercio electrónico, el 60% de los usuarios online compra los alimentos frescos en tiendas mientras que solo el 2% utiliza los medios digitales para ello; el porcentaje restante compagina ambas opciones.
Por otro lado, las razones de la fidelidad de los usuarios online han variado con respecto al año pasado. Ahora se valora más la confianza en el pago de los productos, la rapidez en la entrega y la confianza en la tienda. Los usuarios aprovechan los canales online para comprar los productos que pesan y optan por la recepción del pedido en casa para evitar el esfuerzo del traslado. Además, los consumidores perciben que están comprando menos por capricho o impulso cuando lo hacen por Internet y creen que se produce un ahorro en su compra cuando no acuden a los establecimientos físicos.
Aunque sigue habiendo compañías reticentes a sumarse a esta nueva tendencia, empresas como Ulabox o Deliberry ya han construido sus negocios en torno a la compra online. Los expertos señalan que el porcentaje se incrementará en los próximos años y que los consumidores se animarán a comprar productos frescos una vez se acomoden a las ventajas de internet. La costumbre es un obstáculo que será sorteado en el futuro gracias a las comodidades que el comercio online ofrece al consumidor.