Influir en las emociones de un cliente también tiene la llave para determinar una compra. El neuromarketing se ha erigido como una disciplina que ayuda a conocer los procesos mentales del consumidor para trabajar aquellos aspectos que, como el packaging, más fuerza tienen.
Diversos estudios han corroborado a lo largo del tiempo que el 95% del proceso de decisión de compra de un producto pasa por el subconsciente de una persona. La mente humana es muy selectiva y apenas permite que se le preste atención a más de una cosa de forma simultánea. Estas son algunas de las enseñanzas más relevantes del Neuromarketing, una disciplina que ha ayudado a crear lo que se conoce como “packaging sensorial”, que no es otra cosa que atacar al centro de decisión del consumidor con formas, imágenes o colores que impacten en las personas creando sensaciones específicas que terminen por decantar una compra.
Neuromarketing, packaging y emociones son tres conceptos íntimamente ligados, puesto que, en pocas palabras, buscan lo mismo: despertar la mente del consumidor en los 8 segundos que dura el proceso por el que se decide comprar algo. Por eso las marcas destinan tantos esfuerzos en descubrir qué deseos mueven a sus clientes. Elaborando un envase atractivo (que no solo se mire, sino que también se toque) es cuando más conexiones directas e indirectas se despiertan en el destinatario final.
Packaging para los cinco sentidos
Existen productos que han sabido comprender a la perfección esta necesidad de crear sensaciones únicas en el consumidor. Los fabricantes de chocolate, por ejemplo, han interpretado la compra de un artículo tan corriente como algo que puede ir más allá, apostando por envases funcionales y sencillos, pero con variedades cromáticas muy llamativas o impresiones digitales que no dejan indiferente al que se sitúa frente a un lineal de estos productos.
Y es que hay muchas formas de despertar un amplio abanico de sensaciones. Se puede hacer a través de los aromas, jugando con el tacto, pero sobre todo con la vista. La impresión representa un punto clave en el packaging sensorial. Para ello existen varias alternativas: La impresión digital, por un lado, permite una personalización al límite de cualquier envase, generando una diferenciación radical con respecto a otros productos competidores. También la impresión de alta calidad posibilita alcanzar objetivos similares gracias a la consecución de imágenes más claras y definidas.
Algunos principios básicos para conseguir que los embalajes consigan una experiencia multisensorial, según varios estudios que abordan este asunto, pasan por adaptar siempre el packaging al público objetivo. Se trata de utilizar diseños sencillos pero que transmitan una emoción a través de los materiales, sin perder de vista la imagen de marca, ya que si el consumidor se siente muy vinculado a ella se convierte en la emoción dominante sobre el resto, activando todavía más el deseo de compra.