¿Cuánta comida termina anualmente en el cubo de la basura? ¿Pueden las soluciones de packaging más avanzadas ayudar con este problema? Lo analizamos en este artículo.
Los datos oficiales aseguran que en España se desperdician hasta 7,7 millones de toneladas de alimentos anualmente. Una cifra que, a pesar de sus considerables magnitudes, sitúa a nuestro país como el séptimo de la Unión Europea en este terreno. Noruega, Países Bajos, Alemania, Reino Unido o Finlandia son solo algunas de las naciones que derrochan más que nosotros (ampliamente, por cierto), aunque este argumento no puede servir para ignorar una evidencia: más de un 80% de los hogares españoles reconocieron en 2019 haber tirado comida a la basura que ni tan siquiera había sido elaborada. ¿Qué se puede hacer frente a esta realidad?
Cifras acerca del desperdicio alimentario
- El 80% de los alimentos que acaban en la basura no son cocinados. A la cabeza se sitúan las frutas y verduras, seguidas muy de cerca por lácteos y bebidas. Una cifra que se puso de manifiesto en la COP25 de Madrid.
- Un tercio de la producción mundial de alimentos termina en cubos de basura. Hasta 2.000 millones de personas se podrían alimentar con estas cantidades.
- Según el Ministerio para la Transición Ecológica, los menores de 35 años desperdician 85.000 kg de comida al año, una cantidad que se dispara en el seno de las familias hasta los 98.000 kilos anuales.
- Ciertamente, la industria tiene trabajo por delante en este terreno, pero los consumidores son en este caso una parte muy importante del problema (aunque las cifras se van suavizando con el paso de los años): un 42% de lo que se tira a la basura llega al vertedero desde los hogares.
¿Qué se puede hacer para reducir las cifras?
El abordaje, evidentemente, tiene que ser integral. En lo que respecta al consumidor, las estrategias a las que apuntan los expertos no son especialmente complicadas de seguir. Una compra responsable es el principio de todo: se debe prestar especial atención a la caducidad de cada producto y al aprovechamiento de los frescos, transformados y platos ya preparados.
Beatriz Robles, divulgadora científica y participante en la citada COP25, ya señaló en su momento que el consumidor debe tener muy claro «cuándo realmente un producto debe desecharse o no, basándonos en criterios de seguridad alimentaria”. Mientras la fecha de caducidad alude únicamente a los alimentos perecederos que, de ser consumidos en mal estado, podrían provocar una intoxicación, la menos conocida ‘fecha de consumo preferente’ se utiliza para productos que «no exigen criterios de seguridad alimentaria» (sin tener en cuenta los huevos), que pueden sufrir algunos cambios de textura o de aroma sin que estos extremos supongan un problema para el consumo.
El papel de los envases
Tal y como hemos apuntado, los consumidores tienen sus deberes puestos para reducir el desperdicio de alimentos, pero también el sector industrial. Y desde hace tiempo se trabaja en este sentido, poniendo el foco en el ecodiseño de envases y embalajes que contribuyan a cumplir con los objetivos impuestos.
Es vital dotar al mercado (sobre todo de productos frescos, donde el despilfarro ya se ha demostrado mayoritario) de nuevas soluciones de packaging con innovadores materialesbarrera y atmósferas de envasado que, entre otras cosas, permitan que los alimentos se conserven frescos durante mucho más tiempo. Por otro lado, técnicas de sellado como SKIN o MAP se encargan de asegurar la integridad del alimento hasta que llega a la mesa del consumidor.
Los mencionados en el párrafo anterior son solo algunos de los beneficios de la familia 360 Green Packaging de Hinojosa, formada por un potente porfolio de soluciones en envases primarios que se adaptan por completo a lo que requiere el canal retail, pero también a las exigencias del consumidor: son 100% reciclables y se pueden fabricar, por ejemplo, en función de las cantidades de comida que consume habitualmente una persona. ¿Quieres más información sobre ellos? ¡Solo tienes que rellenar este formulario!
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