Como cada año desde 1983, este 15 de marzo se celebra el Día Mundial de los Derechos del Consumidor. Después de más de cuatro décadas de aquella primera efeméride, el protagonista de esta fecha, el consumidor, ha cambiado sus hábitos casi de forma integral. Tras vivir una revolución tecnológica prácticamente continua, en nada se parece, ni en su perfil, ni su cotidianidad. El día a día desde nuestro ocio a nuestras compras más elementales, como la alimentación, es distinto. La manera misma de afrontar ese consumo también lo es.
La democratización del acceso a todo tipo de productos y la instantaneidad de la compra online, ha derivado, sin embargo, en un contexto donde la protección de los derechos de los consumidores es más importante que nunca.
Las instituciones, tanto nacionales como europeas, llevan tiempo trabajando en una regulación cada vez más exhaustiva frente a la publicidad engañosa.
Uno de los ejemplos más evidentes, y recientes, en este sentido se encuentra en el ámbito de la sostenibilidad. La preocupación por un consumo más responsable crece por parte de los ciudadanos y, mayoritariamente, también sus hábitos, Los estudios señalan, de hecho, que el 91% de los consumidores está interesado en comprar productos sostenibles y que más de un 50% ya ha dejado de consumir productos o servicios debido a malas prácticas en materia social y ambiental. El contexto ha obligado a las marcas a cambiar su mensaje y a dejar atrás el conocido como greenwashing.
El hecho de señalar como sostenibles productos que no lo eran ha provocado una desconfianza mayor entre los ciudadanos que ha instado a intervenir a las instituciones europeas y nacionales.
Cultura circular contra la ecoimpostura
Bajo ese prisma nace la nueva normativa europea de empoderamiento del consumidor elaborada en el seno de la UE. Esta intenta evitar este tipo de mensajes engañosos sobre ventajas medioambientales de los productos y servicios.
En el caso del packaging, donde también está planteada una nueva normativa que regulará los envases en los próximos años, la mirada a la sostenibilidad se da desde el diseño mismo del envase. El objetivo final es claro: alcanzar la economía circular plena que los propios consumidores demandan en su mayoría y para la que, a su vez, hace falta educación y pedagogía.
Incidiendo en el contexto del packaging, como consumidores, se da además una paradoja: cada vez consumimos más, pero, al mismo tiempo, como ya se ha indicado, cada vez queremos que nuestro impacto sea menor. Es por ello que las soluciones sostenibles de envasado serán claves en este camino a la transición ecológica. A menos impacto del propio envase, más estaremos ayudando a la regeneración del planeta.
Empresas como Hinojosa, nativa sostenible y circular, no tienen de qué esconderse en términos de sostenibilidad. La cultura que ya desde su fundación, en el año 1947, mantuvo, es la misma que en pleno 2024 sigue defendiendo. El consumidor, cada vez más exigente, no solo en términos de sostenibilidad, sino también en la calidad de sus servicios, demanda a su vez innovación, para anticiparse de forma respetuosa con el medioambiente a las tendencias del mercado.
La clave, en esta efeméride, no obstante, sigue puesta en la posibilidad de caminar juntos con la información real como nexo de unión ante los desafíos y retos que plantea el futuro.
